sábado, 24 de abril de 2010

ACERCA DE LOS MANICOMIOS 2.-





Esta mujer que me ha tocado me avergüenza.
Nada saco en hacer de loco alterando mis modales.
Insiste y me persigue
por su pensión alimenticia.

Por eso mismo temo ciertamente
ahogarme en un río de mujeres en viudez
por estúpida impericia.

A las vaginas pondré llaves, miles,
no lo sé; huinchas adhesivas
o contestarles como siempre con mis tristes evasivas.

Sigo amando los paseos con esa lluvia oblicua
a toda marcha
pero con mujeres mariposas es peligroso.
Por eso escapo de la playa
pues su cuerpo explota de las olas.

Estoy aterrado seriamente
y descompensado en mi auditorio
porque siempre se aparece en las rompientes.

Insiste en que trabaje
porque quiere comprarse un territorio
y cambiar el dormitorio.

Pero yo no quiero hacerla mía
mas bien quiero que sea de otro.
Así que la extorsión ya no le sirve.
Ni siquiera mi tarjeta.

Los manicomios están llenos de viudos a punto de triunfar
Se les nota en la mirada el ademán y despedida.

Es inevitable el desenlace
cuando la mano alzada oscile
de uno a otro lado en un adiós
seré más feliz que un profesor
con la tesis de un Pitágoras.
Pero ella se ríe del morfema.

Al fin se acabaron las visitas
con su parloteo han saturado mis ternillas.
Yo no quiero trabajar.
No quiero que regrese.
Quiero que me deje.
Que nunca más sospeche
de que estoy a punto de ser
un ser feliz.

Cada vez que escucho voces me estremezco.
Me arrancaría las orejas por no escuchar su voz.
Dicen que me pasa lo mismo que a Van Gohg.

Que desapareciera eso nada más quisiera
Y hay un gil que dice:
la tengo entre los párpados cerrados”.
Que se la meta por la raja sin devaneos.
Verá que ni se le corre el maquillaje
antes de repetir el ajetreo.

Me calaré este yelmo de Mambrino
con Tizona, lápiz Bic o la Colada
explicándome este luminoso e inmenso miedo.
Estoy a punto. Te lo juro.
Aunque en verdad
me importa un bledo.

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